Vuelvo a Madrid tras un intenso fin de semana de charlas, talleres y como no también algunas cañas en la conferencia Software Crafters de Barcelona.
No es la primera vez que acudo y eso me ha permitido comprobar la evolución que ha sufrido el evento y la organización detrás de él.
En 2016, tras oir maravillas del anteriormente denominado evento Software Craftsmanship de Pamplona y tras llevar tiempo metida en la comunidad de Madrid decidí mandar una propuesta de charla que tenía en mente a la Software Craftsmanship de Barcelona. Se trataba de mi charla sobre “Testing on the toilet” que aún no había probado a rodar en ningún sitio y que me pareció adecuada por levantar algunos debates sobre diferentes aproximaciones y técnicas al testing.
Mi propuesta les gustó y me la seleccionaron. Aunque la primera sorpresa desagradable en aquel momento me la llevé cuando me dijeron que comprara mi entrada para el evento. Es decir, que acudía como ponente, tenía que prepararme la charla, pagarme mis gastos de desplazamiento, alojamiento y hasta tenía que pagar por entrar al evento. Decidí no callarme y decirlo, que no me parecía razonable pedirle a los ponentes a los que estás pidiendo que aporten contenido que además se paguen hasta la entrada. La respuesta que obtuve en ese momento fue que al tratarse de un evento de comunidad en el que parte era conferencia y parte Open Space consideraban que todos los asistentes (ponentes o no) colaboraban de la misma forma y que por lo tanto todos tenían que participar de la misma forma de los gastos que no se podían cubrir con los patrocinadores. La respuesta no me convenció mucho y mi punto de vista sigue siendo el mismo: si yo asumo ir a un Open Space, puede decidir cuando esté allí si quiero proponer algo o no, pero si voy como ponente tengo que prepararme y dar sí o sí ese contenido con el que me he comprometido.
A pesar de estar poco convencida había hecho planes de ir con mi pareja a esa conferencia y le había comprado como regalo sorpresa de cumpleaños entradas para el concierto de Red Hot Chili Peppers de ese fin de semana en Barcelona, así que continué con mi asistencia y mi charla.
Cuando llegué al registro el primer día del evento encontré otra cosa que no me gustó con las camisetas: todas eran modelo único (ese denominado unisex ancho de hombros, corte recto y que yo personalmente salvo que me encante el dibujo acabo usando para el gimnasio o como pijama,
aunque hay chicas que prefieren ese corte). Cuando pregunté si no había modelo de chicas me dijeron que no porque habían hecho un pedido muy pequeño de ‘únicamente’ 100 camisetas y el proveedor no les dejaba elegir diferentes modelos.
Son detalles que para muchos seguro no tienen importancia, pero cuando estás en un entorno que dice estar preocupado por la evidente falta de diversidad (el año anterior no había asistido ninguna mujer al evento y ese no creo que llegáramos ni al 5%, por no hablar de ningún otro tipo de diversidad) creo que necesitas demostrar esa preocupación cuidando también los detalles.
Así que cuando este año me contactó un amigo involucrado en la organización porque querían tomar medidas para intentar mejorar, decidí ayudarles. Empezamos por algunas cosas pequeñas: comprobamos que el nombre Software Craftmanship suponía una barrera de entrada y la organización decidió optar por la opción de renombrarlo a Software Crafters (más inclusivo pero manteniendo el espíritu de la conferencia), también se trabajó en entradas para los colectivos minoritarios, en intentar dar difusión al C4P intentando llegar a más personas y sobre todo empecé a notar mucha más atención a todos los detalles.
Además de pedirme esa pequeña ayuda con consejos también me animó a que enviara alguna propuesta yo misma. Las condiciones en esta edición eran muy distintas: la entrada estaba cubierta, incluía incluso la cena del sábado y habían conseguido juntar un presupuesto de hasta 200 euros por ponente para ayudar con los gastos. Desde Madrid, sólo el tren me costó 160 euros con el descuento de congresos, así que no daba para cubrirlo todo, pero al menos ayuda. Para el alojamiento tuve la enorme suerte de que Ana Gamito vio un tuit que publiqué buscando con quién compartir habitación durante el fin de semana y me ofreció muy amablemente su casa para que me quedara, consiguiendo que probara el ‘Coach Surfing’ por primera vez, algo que también me ha encantado porque me ha permitido conocer y pasar tiempo con una estupenda persona como ella y que me anima a hacerlo para otros eventos.

Participantes durante de la sesión que propuse de Power Point Karaoke
Como conclusión quería decir que estoy muy orgullosa y contenta de ver cómo eventos como la Software Crafters de Barcelona evolucionan, tienen en cuenta el feedback y mejoran edición tras edición y que espero que sepamos transmitir ese mensaje de mejora continua y nos sirva para llegar a más gente cada vez, porque estoy segura de que muchos y muchas los disfrutarían si los conocieran tanto como los que este año hemos participado. ¡Gracias y enhorabuena a la organización y a los asistentes por todo!